domingo, 31 de mayo de 2009

CARTA A MI PADRE



(Fragmento)

Padre:
Está a punto de llover y los recuerdos vienen a mí, con fuerza avasalladora. Las lágrimas han brotado incontenibles porque te estoy recordando a ti, padre.
Te fuiste una tarde al terminar el Otoño y el cielo lloró las lágrimas que yo no lloré. Tenía diez años. Si lloro me decía, se romperá el lazo que nos une y todo será olvido. Así han pasado, más de cincuenta años y mis ojos brillan, dice Lidia, mi hija menor, cuando les cuento de ti. Ese brillo de mis ojos es ¡tu recuerdo hecho luz!, que me acompaña siempre.

Les cuento a mis hijos, cuando en días de lluvia, ibas a encontrarnos, a mis hermanos y a mí, que veníamos de la lejana escuelita pública. Nos traías bajo tu manta de castilla y como el barro del camino ensuciaba nuestros pies, nos íbamos a casa por la línea férrea, ¡contando los durmientes! Y éramos felices. ¿Te recuerdas como te gustaba leernos los cuentos de hadas que salían en El Peneca? Y ¿cómo reías cuando corríamos tras los pequeños cerditos, que olvidando tu cruel enfermedad criabas, para ayudar en los gastos de la casa?

Padre, hay tantos recuerdos bonitos que llevo conmigo, pero también llevé por años la angustia grande que sentimos con mi madre cuando te agravaste. ¡Faltaba tan poco para terminar el tratamiento que los doctores decían salvaría tu vida!. Pero ¿sabes?, escribiendo estas líneas, he sentido paz en mi corazón. Tengo la seguridad, que tu cariño y el mío siempre serán uno sólo a través del tiempo y del espacio.

¡Ah! Tengo que contarte algo que sucedió hace poco rato. Mi único nieto, que pronto cumplirá siete años, me ha dicho que quiere tener una fotografía tuya. ¿Qué te parece?. El será guardián de tu recuerdo en la Tierra, aún después de mi muerte.

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